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La boda de Bernard y Yeisalis en París fue “revolucionaria”. Por Félix José Hernández.

La boda de Bernard y Yeisalis en ParĂ­s fue “revolucionaria”. Por FĂ©lix JosĂ© HernĂĄndez.      cubademocraciayvida.org                                                                                        web/folder.asp?folderID=136


La boda de Bernard y Yeisalis en ParĂ­s fue “revolucionaria”. Por FĂ©lix JosĂ© HernĂĄndez.


Foto: El Ayuntamiento de ParĂ­s.

ParĂ­s, 5 de julio de 2020.

Querida Ofelia:

Aquí en París asistimos a la boda de Bernard. Este chico francés, fue a Cuba varias veces, a cada vez se enamoraba, me hablaba de la belleza legendaria de sus novias, una distinta a cada viaje. Cuando nos enseñaba las fotos tomadas en Santa María u otras playas del este habanero, podíamos constatar que a Bernard le encantaban las cubanas, con la piel del color de la noche caribeña.

Bernard tuvo la dura experiencia el año pasado al salir del Mercado de Carlos III (perdĂłn, de la Avenida Salvador Allende), cargadito de: yucas, plĂĄtanos burros, boniatos, pollos, guanĂĄbanas y mameyes. Le dieron un mameyazo, le tiraron al piso y le arrancaron los zapatos de los pies. Los dos bandidos, segĂșn me contĂł, eran dos chicos de unos 12 años, que huyeron en bicicleta.

Bernard es flaco, de esos metíos pa’dentro, sin caderas, parece que siempre se le van a caer los pantalones. Es blanco, pero de blanca palidez, pelongo, de sonrisa que muestra las encías hasta bien arriba, pero buen muchacho, con un lado ingenuo en su carácter que lo hace caer bien.

Llegamos al Ayuntamiento (la boda fue laica) y allí estaban los padres del novio; éstos se aproximaron a nosotros y nos preguntaron si conocíamos a la novia, pues su hijo les dijo que iba a ser una sorpresa.

Siguieron llegando los invitados: las señoras de la familia del novio, vestían elegantes vestidos y lucían elegantes pamelas. Bernard con un buen traje y clavel blanco en la solapa, parecía otro. Estaba radiante de felicidad. Me confesó que todas sus novias habían sido cubanas, que antes de ir a Cuba, nunca había tenido una en Francia. Le pregunté por qué no se casaba por la Iglesia como todo el mundo, me confesó que su novia cubana tenía dos niños ya, los que vendrían con ella en el coche nupcial.

Nos sentamos al lado de David y Elsa, dos amigos cubanos. Acto seguido comenzaron a llegar los miembros de la comunidad cubana, los “gusanos”. Como somos pocos, nos conocemos todos. Pero de pronto comenzĂł a desfilar una colecciĂłn de señoritas, casi todas vestidas con minifaldas vertiginosas, zapatos de tacones altĂ­simos que hacĂ­an taconear fuertemente, cadenitas de oro en los tobillos, anillos gruesos en los dedos de los pies, pintorreteadas, cargadas de adornos como ĂĄrboles de Navidad tropicales, gritando mĂĄs que hablando, o sea, el jineterismo cubano de ParĂ­s. Las groserĂ­as llovĂ­an, una o dos como mĂ­nimo en cada frase; venĂ­an acompañadas de sus viejos franceses impresentables.

Los jineteros, que parecían recién llegados de La Perla de Las Antillas, llegaban acompañados de sus viejas francesas, patéticamente decoradas a lo cubano.

Un jinetero pegĂł con scotch un poster del Dr. Ernesto Guevara de la Serna, en la cortina de terciopelo detrĂĄs del butacĂłn del representante del Sr. Alcalde, mientras que otro ponĂ­a a todo volumen un magnetĂłfono con aquello de: “AquĂ­ se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia...”.

En eso llegó la novia, una imponente afrocubana, llamada Yeisalis, muy pasada en kilogramos para el gusto europeo, con sus dos niñitos que le sostenían la cola.

Mientras por un lado David discutĂ­a con el de la mĂșsica, que como marcha nupcial habĂ­a puesto el Himno del 26 de julio: “Marchando vamos hacia un ideal, sabiendo que debemos de triunfar...”, por otro lado el representante del Alcalde se negaba a efectuar una boda con el Che como telĂłn de fondo.

La madre del novio se sintiĂł mal, cayĂł sentada, se formĂł el molote y hubo que darle un vaso de agua, el que trajo una empleada que aparentemente, no comprendĂ­a nada de aquel surrealismo tropical cubano, en plena Ciudad Luz.

Una jinetera detrĂĄs de mĂ­ exclamaba: “¿Pero quĂ© cojones le pasa a la vieja de mierda Ă©sa?”. AprovechĂ© para preguntarle si conocĂ­a a la novia y me respondiĂł que ella misma habĂ­a sido la penĂșltima novia de Bernard en Cuba, pero que como a ella lo que le interesaba era un viejo francĂ©s, por eso se habĂ­a empatado con uno y para indemnizar a Bernard le habĂ­a presentado a la que hoy se casaba con Ă©l. Acto seguido me preguntĂł si me gustaba el traje de la novia, pues lo habĂ­a escogido ella y lo habĂ­a comprado en la tienda Tati (el Pulguero de ParĂ­s). Yo lĂłgicamente, le dije que sĂ­. El traje era una especie de tubo de vuelos de poliĂ©ster color blanco coco, del cual colgaban cascadas de perlas plĂĄsticas.

Al fin quitaron el cartel del Che y pararon la mĂșsica. Se efectuĂł en unos minutos la ceremonia y como marcha nupcial de salida, fue nada mĂĄs y nada menos que: “Arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan
”.

Se formĂł de nuevo la discusiĂłn, de un lado los “gusanos”: David, Elsa, Miriam, Guillermo, Eleonor, Julia, Ricardo, nosotros, etc., del otro lado los jineteros y jineteras con sus viejos galos. Los insultos llovĂ­an de ambas partes, la novia gritaba groserĂ­as hacia los “gusanos”. La familia del novio no comprendĂ­a nada y atemorizada se retiraba. La madre del novio se desmayĂł, el padre gritaba: ÂĄQuĂ© vergĂŒenza! ÂĄQuĂ© vergĂŒenza!

AsĂ­ fue la boda de Bernard y Yeisalis.

Ni los “gusanos”, ni la familia del novio, asistieron al banquete de bodas. Pero como bien se dice que el amor es ciego, creo que Ă©ste es un ejemplo. La Luna de Miel se llevĂł a cabo, lĂłgicamente en Varadero, Cuba.

DespuĂ©s me enterĂ© de que lo de la boda “revolucionaria”, habĂ­a sido idea de la novia, ya que habĂ­a invitado al embajador cubano en ParĂ­s, pero por desgracia para ella, ese “compañero” no asistiĂł.

Hogaño, los “gusano” cubanos de ParĂ­s no saben nada del pobre Bernard, ni de su esposa “compañera”.

Y asĂ­ van las cosas por estos lares.

Un gran abrazo desde la Ciudad Luz,

La boda de Bernard y Yeisalis en ParĂ­s fue “revolucionaria”. Por FĂ©lix JosĂ© HernĂĄndez.      cubademocraciayvida.org                                                                                        web/folder.asp?folderID=136

             marcelo.valdes@wanadoo.fr 

Nota bene: Esta crónica aparece en mi libro “Memorias de Exilio”. 370 páginas. Les Éditions du Net, 2019. ISBN: 978-2-312-06902-9.

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