El Gobierno vende agua y colchones a los damnificados y Díaz-Canel alardea de apoyo en Guantánamo. Mientras el Estado vende recursos, la Iglesia y organizaciones independientes distribuyen ayuda gratuita. Diario de Cuba.

Las imágenes oficiales chocan con la escasez y el desamparo de miles de familias que lo perdieron todo en el oriente cubano tras Melissa.

Mientras el Gobierno repite su fórmula de venta de bienes como agua y colchones a los damnificados del huracán Melissa en el oriente cubano, el equipo de comunicación oficial de Miguel Díaz-Canel difunde fotos y videos del gobernante rodeado de aplausos y consignas en Guantánamo. El contraste entre lo que muestra el poder y lo que vive la población ha desatado una oleada de críticas, burlas y denuncias.

Venta de agua "natural" y colchones "subvencionados" en zonas devastadas

En el municipio de Río Cauto, provincia de Granma, las autoridades locales debieron emitir hasta tres "aclaraciones" para justificar la venta de agua a damnificados a 40 pesos por núcleo familiar. La directora de Comercio y Gastronomía, Misladis Alcolea Núñez, afirmó que el líquido proviene de la "reserva estatal" y "no es un donativo", por lo que su precio "simbólico" cubriría "costos logísticos", según publicó en Facebook el funcionario del Poder Popular municipal José Manuel Rodríguez Valdivia.

En otra publicación, Rodríguez Valdivia se refirió a la venta de colchones —en medio de casas destruidas y familias sin nada donde dormir—, y explicó que solo algunos provienen de donaciones; otros deben adquirirse a 456 pesos, "subvencionados al 50%". La Dirección de Trabajo insistió en que los más vulnerables no pagarían, pero justificó el cobro a quienes tengan "solvencia".

Las "aclaraciones" no aplacaron el malestar. "El pueblo lo perdió todo, ¿y tienen que pagar el agua y los colchones también?", se preguntaban decenas de usuarios en redes sociales, recordando que estas prácticas se repiten tras cada desastre natural.

Mientras tanto, Díaz-Canel se graba entre aplausos

En paralelo, la Presidencia de Cuba publicó un video de la visita de Miguel Díaz-Canel a comunidades arrasadas del municipio El Salvador, en Guantánamo. En las imágenes se escucha a un grupo de personas coreando: "Pa’ lo que sea, Canel, pa' lo que sea", mientras lo tocan y lo rodean.

La puesta en escena provocó una avalancha de críticas: "Llegó el circo, pasen señores pasen", ironizó Loraine Borroto.

"El pueblo necesita recursos y este va con las manos vacías", escribió Yurgen Larramendi. "No le vayan a pedir comida y corriente que se encabrona", bromeó Yaneidis Hernández. "Un pueblo muriéndose de hambre y ustedes en teatro", dijo Miriam Julia Aguilera, mientras Eghlys Granado exigió "menos visitas y más soluciones".

La realidad detrás de la visita: miles de casas destruidas y semanas sin luz

El propio parte oficial reconoce la magnitud del desastre: más de 15.000 viviendas dañadas en Guantánamo, de las cuales solo 4.000 han sido recuperadas. Persisten cortes eléctricos, problemas de agua, brotes de dengue y comunidades con problemas de comunicación en la montaña.

En Santiago de Cuba, las afectaciones son aún peores: más de 95.000 viviendas dañadas, con apenas el 43% del servicio eléctrico restablecido en la provincia. Municipios como Palma Soriano, Songo-La Maya o Contramaestre continúan sumidos en la oscuridad y la incertidumbre.

Vecinos hablan de "un panorama desolador: techos arrancados, postes caídos, caminos cerrados y familias sin saber cuándo podrán reconstruir sus casas".

"Solo quiero comida para mis niños": el clamor de quien lo ha perdido todo

La crudeza de la situación quedó registrada en un video grabado en Holguín por el activista Noly Blak. Allí, una madre de Cacocum repite una y otra vez: "Yo no quiero nada. Lo único que quiero es comida para mis niños".

Según el testimonio de la joven madre, su casa quedó "hecha leña", perdió los colchones y todas sus pertenencias. Nadie la evacuó. No ha recibido ayuda estatal.

Es la misma historia que se repite en decenas de comunidades desde Banes hasta El Salvador: madres sin techo, ancianos sin medicinas, familias sin alimentos para poner a la mesa.

Mientras el Estado vende recursos, la Iglesia y organizaciones independientes distribuyen ayuda gratuita

En contraste con la lentitud estatal, Cáritas Santiago de Cuba activó sus redes de emergencia incluso antes del huracán mediante preposicionamiento de alimentos y productos de higiene. La organización informó en un comunicado publicado por el Arzobispado de Santiago de Cuba en Facebook que ha distribuido 4.492 raciones de comida, más de 400 jabones y 50 kg de detergente, además de contribuir con 1.300 comidas diarias a través de las Casas de Misión del Cobre.

También están llegando módulos de alimentos donados por World Central Kitchen, ayuda de Katapulk, del empresario cubanoamericano Hugo Cancio, o Mandao, y donativos destinados a enfermos, embarazadas y familias completamente devastadas.

Por su parte, la plataforma independiente Ciudadanía y Libertad, coordinada por la activista Carolina Barrero, comenzó el envío de 2.300 libras de ayuda humanitaria —alimentos, medicinas, ropa— hacia Santiago, Holguín, Las Tunas y Granma.

"No es suficiente, pero para una familia que no tiene techo ni comida, un paquete puede ser la diferencia entre resistir o caer", dijo a Martí Noticias Barrero, quien también denunció intentos del régimen de obstaculizar o desacreditar la operación.

Mientras el Gobierno pide "paciencia", habla de "coraje" y se muestra entre consignas cuidadosamente captadas por la prensa oficial, la realidad del oriente cubano es una emergencia humanitaria: decenas de miles de casas destruidas, escasez de alimentos, brotes epidemiológicos en aumento, infraestructura eléctrica aún colapsada y familias que dependen exclusivamente de la solidaridad ciudadana y de organizaciones independientes.