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No ir al médico: la elección de muchos cubanos en el auge de las epidemias.La desconfianza de los cubanos en el sistema médico está basada en un colapso que el Gobierno se niega a reconocer. Por Laura Sarmiento Pérez. Diario de Cuba.

No ir al médico: la elección de muchos cubanos en el auge de las epidemias
Por Laura Sarmiento Pérez
Diario de Cuba
27 de noviembre de 2025

Condiciones ideales para las epidemias en Santiago de Cuba. DDC

La desconfianza de los cubanos en el sistema médico está basada en un colapso que el Gobierno se niega a reconocer.

A pesar de la grave crisis epidemiológica que sufre Cuba, muchos cubanos deciden no acudir a los centros de salud en busca de tratamiento. Fue reconocido en la Mesa Redonda por el doctor Osvaldo Castro, del Instituto de Medicina Tropical, aunque el especialista no explicó las causas de esta disociación de la población y el sistema sanitario del país.

La aguda crisis de los centros hospitalarios, policlínicos y consultorios, con insuficiente personal y carentes de insumos y equipos médicos, ha creado desconfianza en la población de Santiago de Cuba en la capacidad del sistema de sanar sus males.

"Los enfermos van al hospital cuando ya están graves, casi en las últimas",
reconoce Aleida, de 60 años, residente del barrio Los Pinos y pensionada por enfermedad.

Y asegura: "aquí en Santiago en casi todas las casas hay alguien con un virus, sea chikungunya, dengue o lo que sea. A mi casa lo trajo mi hija, después lo cogí yo y por último mis nietos, y ninguno fuimos al políclinico ni al consultorio. La cuadra entera estaba enferma y muy pocos fueron al médico porque es una pérdida de tiempo y más gastos".

La pérdida de tiempo a qué se refiere son los cuerpos de guardias colapsados, con carencia de de personal médico que retarda las consultas. A ello se suma la inutilidad de las recetas médicas que se enfrentan a farmacias vacías, que los enfermos están obligados a comprar los medicamentos en el mercado negro, y los costos de transportación en carros particulares y bicitaxis.

"Pasé el chikungunya hace como 20 días y ahora me vino la recaída, me duelen todas las articulaciones y para colmo también me dio diarrea", dice Luis, un profesor de educación física. "Son dolores terribles, me tiré en la cama y tomé paracetamol qué había comprado a 300 pesos el blister. Con esos dolores no hay quien vaya al hospital sin un transporte. Pasaron tres días y me acerqué al consultorio, que es lo que tengo más cerca y estaba cerrado, no hay médico y fui para buscar un certificado para el trabajo".

La rápida propagación de las arbovirosis está asociada al incremento de vectores como los mosquitos, la ausencia de fumigaciones y abaticidas, y el agravamiento de las condiciones sanitarias de Santiago de Cuba a raíz del paso del huracán Melissa. En la mayoría de los barrios, aunque ya se recogieron los escombros dejados por el huracán, priman ahora los basureros que el Gobierno ha sido incapaz de recoger, y los charcos de agua por roturas de tuberías.

"No recuerdo bien, pero mínimo desde hace como un año por aquí no pasaban trabajadores de la campaña para fumigar o revisar los tanques en el edificio", afirma Silvia, una trabajadora de Salud Pública que vive en el Bloque L del Distrito José Martí. "En mi edificio todo los apartamentos tienen a alguien enfermo, y por eso fue que se aparecieron y fumigaron con un humo que ni se veía. Al final pasaron carros militares fumigando por las calles, como dos veces hace dos semanas, pero el mosquito sigue campeando y nosotros seguimos enfermos".

Según Silvia, los recursos del Gobierno son insuficientes. "Los médicos de los pocos consultorios que funcionan no tienen los equipos esenciales, ni estetoscopios, ni efimos, ni siquiera un termómetro. Por eso la gente tiene que ir directo para los cuerpos de guardia de políclinicos y hospitales, y el paciente que tenga alguno de esos instrumentos que los lleve por si los doctores que están allí no los tienen. Al final los poquitos recursos que hay los están poniendo en los hospitales, pero los medicamentos hay que comprarlos en la calle, en el mercado negro", afirma.

Aleida, auxiliar pedagógica en un semiinternado, no ha podido reincorporarse al trabajo desde el reinicio del curso escolar en Santiago porque tiene una recaída de un virus que ella cree que es el chinkungunya. Su autodiagnóstico se basa en los dolores en las extremidades y, sobre todo, en los tobillos y las manos.

"Es un dolor tan fuerte que te paraliza, no puedes moverte, te tira en la cama y no te mueves. Es un dolor total, me dio fiebre de 39, todo lo pasé con té porque el paracetamol se nos acabó y no había dinero para comprarlo", explica. "Yo digo que tengo chikungunya, pero debo tener una mezclas de virus porque también me salió un rash y tuve diarreas. Cuando mejoré un poco fui al Hospital Provincial a 'resolver' sales de rehidratación, y había unos cuantos muertos. Salud Pública no tiene control de esta virosis".

Ante las farmacias vacías, los medicamentos de los santiagueros provienen del mercado informal donde un blister de paracetamol, el analgésico recetado para las arbovirosis, oscila entre 300 y 400 pesos.

La desconfianza de los cubanos en el sistema médico está basada en un colapso que el Gobierno se niega a reconocer. Para la mayoría la posibilidad de sobrevivir al virus está en dependencia de su capacidad económica.

"Aquí el que tiene dinero se salva", dice la jubilada Aleida, "y el que no tiene se muere, esa es la realidad de Cuba".


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