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¿Saben Maduro y Díaz-Canel qué es soberanía nacional? Por Roberto Álvarez Quiñones. Diario de Cuba.

¿Saben Maduro y Díaz-Canel qué es soberanía nacional?
Por 
Roberto Álvarez Quiñones
Diario de Cuba
2 de noviembre de 2025


Por estos días proliferan las declaraciones de personeros de la izquierda radical acerca de la 'amenaza a la soberanía' de Venezuela.

¿Saben Maduro, Raúl Castro y Díaz-Canel de qué hablan cuando dicen defender la soberanía nacional de Venezuela y Cuba frente a EEUU? ¿Están enterados de que ninguno de los tres tiene derecho siquiera a pronunciar esas dos palabras?

No lo saben. Ni tampoco el exguerrillero guevarista Gustavo Petro o Lula da Silva y demás líderes de la izquierda continental van a aceptar que si EEUU capturase al narcodictador Nicolás Maduro para llevarlo ante los tribunales no se violaría la soberanía de Venezuela, sino todo lo contrario, se estaría posibilitando que se restablezca la legítima soberanía nacional venezolana.

Y si Raúl Castro y sus principales apandillados fuesen capturados y llevados ante la Corte Penal Internacional de La Haya por sus crímenes de lesa humanidad se estaría rescatando la soberanía nacional cubana.

Cuando Washington capturó y se llevó a EEUU al narcodictador de Panamá Manuel Antonio Noriega no violó soberanía panameña, sino que hizo posible que el soberano (el pueblo) eligiese en las urnas a sus servidores públicos. Y desde entonces Panamá ha alcanzado un notable avance socioeconómico. Hoy los panameños viven mucho mejor.

Digo todo esto porque por estos días proliferan las declaraciones de Maduro, Miguel Díaz-Canel, Petro, Lula y otros personeros de la izquierda radical sobre la "amenaza a la soberanía" de Venezuela que constituye el despliegue naval de EEUU en el Caribe para acabar con el suministro de cocaína y otras drogas hacia EEUU (causaron aquí más de 300.000 muertes) y presionar al máximo para poner fin al régimen madurista.

La supuesta defensa de la soberanía nacional es una pieza clave del discurso populista antiliberal y nacionalista enfilado contra EEUU. Fidel Castro utilizó tanto esta trampa antiestadounidense que la convirtió en espina dorsal de la propaganda "antimperialista" de la izquierda latinoamericana para enardecer a las "masas".

Estamos ante un colosal fraude, o más exactamente ante una manipulación del verdadero concepto de soberanía nacional. Y ello ocurre porque, créase o no, en pleno siglo XXI la comunidad internacional no conoce en verdad qué significan esas dos palabras juntas.

El pueblo soberano elige a sus servidores, no es al revés

¿En qué consiste o qué es realmente la soberanía nacional? Primero demos un saltico al año 1752, cuando el filósofo y sociólogo franco-suizo Jean-Jacques Rousseau esbozó en su obra El Contrato Social posiblemente el mejor y más universal concepto de soberanía nacional.

El genial pensador, uno de los precursores de la Revolución Francesa, concluyó que la soberanía nacional, que él llamó "soberanía popular", emana del pueblo y que, por tanto, reside en su propia voluntad, que "deviene derecho inalienable". Es decir, que la soberanía nacional no puede ser representada o apropiada por ningún rey, emperador, presidente, jeque, ayatola, etc.

Porque la soberanía de un país es el pueblo mismo, que elige en las urnas a quienes lo representan para que se ocupen de los deberes públicos (antes llamados "la cosa pública"). Son esos representantes electos los servidores del soberano, y no a la inversa, como ocurre bajo las dictaduras. Para Rousseau la soberanía popular garantiza que "domine siempre el interés común sobre el interés particular".

Más de 200 años antes Nicolás Maquiavelo, considerado por algunos como el padre de las ciencias políticas modernas, había formulado todo lo contrario. En su obra El Príncipe (1532), él fue quien por primera vez empleó la palabra Estado (que llamó Lo Stato, del latín status) y entronizó el autoritario concepto de la "Razón de Estado" para justificar las medidas incluso ilegales y atropellos de un gobierno para mantener el orden establecido o enfrentar a enemigos y los disidentes.

Para el teórico florentino el Estado constituye per se la soberanía nacional, de forma absoluta e indivisible para gobernar y mantener la estabilidad social. Y que "su fin último es su propia conservación y la de la patria", a cualquier costo, "según la Razón de Estado".

Por eso no son casuales los claros rasgos y características maquiavélicas que tienen el socialismo, el fascismo y toda autocracia, no importa el signo ideológico o el nombre que tenga.

Luego, en 1690, el inglés John Locke refutó a Maquiavelo. En su Ensayo sobre el Gobierno Civil postuló que "la soberanía reside en el pueblo, no en el monarca", y que el poder legítimo del Gobierno "proviene del consentimiento de los gobernados", y que este poder "puede ser removido si no cumple con su deber de proteger los derechos naturales de los individuos".

De manera que Maduro, Díaz-Canel, Raúl Castro, Daniel Ortega, todos los dictadores, y sus socios de la izquierda radical viven hoy en el siglo XVI arropando a su maestro Nicolás Maquiavelo.

Un dictador no debe pronunciar siquiera la palabra soberanía

¿Defendían la soberanía nacional Trujillo ("Benefactor de los dominicanos") ¿Duvalier en Haití, los Somoza en Nicaragua? ¿Omar Torrijos en Panamá, Pinochet en Chile? ¿Velasco Alvarado en Perú, o Stroessner en Paraguay?

¿Lo hicieron antes José Manuel de Rosas (Argentina), Francisco Solano López y José Gaspar Rodríguez de Francia (Paraguay)? ¿Antonio López de Santa Anna, y Porfirio Díaz (México)?

Ninguno de ellos fue servidor público electo democráticamente. Al revés, era el soberano el servidor de esos criminales y ladrones que usurpaban el poder. Hoy los cubanos son los servidores de la mafia que ostenta el poder.

Pero, ojo, no solo se trata de elegir democráticamente al jefe del Estado, sino de que el ya electo sea en verdad servidor del pueblo. Porque Hitler llegó al poder luego de unas elecciones democráticas en las que su partido nazi obtuvo el 43,9% de los votos.

También fueron electos Juan Domingo Perón ("El Conductor de Argentina"), Getúlio Vargas (fundador del Estado Novo en Brasil), ambos de inspiración nacionalista fascistoide. Y Hugo Chávez, o Evo Morales. Todos ellos devinieron autócratas que dañaron a sus países con su maquiavelismo populista socializante.

En Cuba es peor. Desde 1948, hace ¡77 años!, el soberano no elige a sus servidores públicos. En Venezuela sí pudo votar, eligió un nuevo presidente de la República (Edmundo González Urrutia), pero el tirano se ha negado a entregar el poder.

Fidel Castro afianzó en la cultura política latinoamericana el rechazo al "intervencionismo yanqui" con su táctica de gritar "al ladrón, al ladrón"para exacerbar el nacionalismo movilizador y enmascarar sus agresiones a otros países.

El castrismo ha intervenido militarmente en 16 países de la región

La maquinaria de propaganda castrista (e izquierdista, en general) repite que EEUU en el siglo XX intervino con tropas en siete países: República Dominicana, Nicaragua, Haití, Honduras, Panamá, Granada, México (1914, ocupación de Veracruz para apoyar la Revolución Mexicana).

Pues bien, resulta que la dictadura castrista ha intervenido militarmente en 16 países de América Latina. Y en cinco países de Africa subsahariana (Angola, Etiopía, Somalia, el antiguo Congo Belga, y Guinea-Bissau) y dos del Medio Oriente (Argelia y Siria). Utilizando tropas o guerrillas rurales y urbanas financiadas, entrenadas y armadas en Cuba.

Los 16 países que la "revolución cubana" ha intervenido en América son Panamá, República Dominicana, Bolivia, Colombia, Perú, Uruguay, Chile, Paraguay, Brasil, Argentina, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Granada.

Y hoy viola masivamente la soberanía venezolana. Hay en esa nación miles de cubanos militares y civiles, incluidas tropas, contrainteligencia militar (para evitar conspiraciones) funcionarios administrativos clave, esbirros que torturan personalmente a los opositores, etc. Hay varios batallones cubanos y uno de ellos en el Fuerte Tiuna, donde vive Maduro refugiado en un enorme bunker. Sin esa abrumadora intervención militar, política, de inteligencia, seguridad y logística cubana la dictadura chavista-madurista ya no existiría.

Volviendo al punto, es hora ya de que los organismos internacionales competentes expliquen con rigor jurídico que los gobernantes no elegidos democráticamente no tienen derecho a hablar de defensa de la soberanía nacional, porque son ellos precisamente quienes impiden que el verdadero soberano de la nación pueda ejercer ese derecho inalienable.

Sin embargo, no creo que eso ocurra. Los organismos internacionales, empezando por Naciones Unidas, constituyen un barco que navega escorado hacia babor (izquierda), y la defensa de esta apócrifa soberanía aquí analizada es una formidable máquina, infalible, para movilizar a las "masas" también hacia babor ¿no?


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