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El estado mafioso cubano y el Cartel de los soles. Por Emilio Morales y Juan Antonio Blanco. Cuba Siglo 21.

EL ESTADO MAFIOSO CUBANO Y EL CARTEL DE LOS SOLES
POR EMILIO MORALES - JUAN ANTONIO BLANCO
Cuba Siglo21
15 de septiembre de 2025



El narco-dictador Nicolás Maduro es hoy un fugitivo de la justicia de Estados Unidos. En Caracas podría abrirse un camino para el traspaso del poder al presidente legítimamente electo el 28 de julio de 2024. Pero la gran incógnita es otra. Si se llegase a materializar primero una transición hacia la democracia en Venezuela ¿qué puede esperarse que suceda con Cuba, la otra cabeza de la hidra bicéfala conocida como el Cartel de los Soles?

El Estado cubano se ha convertido en un actor mafioso que opera en el corazón de una red criminal transnacional. A diferencia de una dictadura tradicional, un estado mafioso fusiona el poder político, militar y económico en una estructura diseñada no para servir a la nación, sino para proteger y enriquecer a una élite. En el caso de Cuba, este modelo se consolidó a través de GAESA, el conglomerado controlado por la familia Castro y una parte de la cúpula militar, que maneja la mayoría de los sectores estratégicos y financieros del país, con total impunidad y sin auditorías.

El aporte singular de Cuba al crimen organizado regional ha sido su asesoría estratégica, militar e ideológica en la creación y consolidación del Cartel de los Soles, organización narcotraficante surgida en Venezuela. Tras la llegada de Hugo Chávez al poder, Fidel Castro vio la oportunidad de blindar su propio régimen y a la vez expandir su influencia. Desde entonces, La Habana infiltró y controló los servicios de inteligencia y el aparato militar venezolano, garantizando la lealtad de las fuerzas armadas al chavismo y facilitando la transformación de Venezuela en centro principal del narcoterrorismo internacional en el hemisferio occidental.

El Cartel de los Soles nació y creció bajo esa asesoría cubana. La Habana aportó su experiencia en inteligencia, propaganda, represión y control social, mientras Caracas puso sus vastos recursos petroleros y su posición geográfica estratégica. Esta simbiosis, bautizada por algunos como Cubazuela, constituye un estado mafioso bicéfalo en el que Cuba juega el papel de tutor y garante de su seguridad interna. La asesoría cubana no solo ha blindado al régimen venezolano frente a rebeliones internas. También ha permitido al Cartel de los Soles iniciar y consolidar alianzas con actores internacionales con los que Venezuela no tenía vínculos significativos antes de Chávez, como Rusia, Irán y China. A esto se suman sus conexiones con organizaciones terroristas como las FARC y el ELN, así como con los cárteles mexicanos de la droga.

Cuba, dentro del ecosistema criminal del Cartel de los Soles, se ha especializado en tres áreas:

- Santuario, protección y asesoría: ofrece santuario a narcoterroristas y criminales, así como asesoramiento y entrenamiento de inteligencia y contrainteligencia, entrena fuerzas represivas y diseña estrategias para aplastar protestas y opositores.

- Tráfico humano y trabajo esclavo: el negocio de la exportación de médicos es en realidad un esquema de trata moderna que ha reportado decenas de miles de millones de dólares a GAESA. Algunos recientes éxodos masivos regionales han sido fomentados y explotados entre Cuba, Nicaragua y los carteles mexicanos para su beneficio.

- Lavado de dinero: Usa la industria inmobiliaria hotelera, empresas de fachada en el exterior y triangulación financiera vía la corporación CIMEX-Panamá de GAESA para blanquear capitales propios y ajenos.

Todo esto convierte a la isla en un eslabón clave del Cartel de los Soles, no como productora de droga, sino como un socio estratégico. La Habana aporta infraestructura financiera, logística y de inteligencia que asegura la operatividad y la expansión global del cartel. Sin Cuba, el entramado venezolano carecería de la asesoría y el blindaje internacional que le ha permitido surgir, sobrevivir sanciones y superar crisis políticas internas.

GAESA y el estado mafioso cubano deben ser tratados como parte integral del crimen organizado transnacional. Los vínculos de Cuba con el Cartel de los Soles no son un hecho aislado, sino la pieza central en el origen y crecimiento de un ecosistema criminal que amenaza la democracia y la seguridad regional. En este sentido, el texto propone que la comunidad internacional reconozca a estos estados criminales –Venezuela, Nicaragua y Cuba– como ilegítimos, sin derecho a reclamar soberanía en el sistema internacional, y los enfrente como lo que son: estructuras del crimen transnacional organizado que se han apoderado de las instituciones estatales y principales riquezas de esos países y las han puesto en función de su beneficio usurpando la soberanía nacional.

Conclusiones y recomendaciones
Distinguir a los estados mafiosos y criminales narcoterroristas –carentes por su propia naturaleza de los derechos que corresponden a estados soberanos de la comunidad internacional– como blancos legítimos. El surgimiento de estados mafiosos, así como su asociación en carteles con otras organizaciones y estados que ejercen el terrorismo y un amplio abanico de actividades criminales, es un hecho lamentable pero indudable del siglo XXI. Hoy constituyen un verdadero peligro para la democracia y la estabilidad en la región.

El estado mafioso cubano es parte orgánica del sistema criminal regional. Esto incluye en primer lugar al Cartel de los Soles que surgió al amparo de su asesoría política, diplomática, apoyo militar y de inteligencia a Hugo Chávez. Cuba es parte de ese cartel transnacional cuyo nacimiento y ascenso auspició junto a Venezuela. Hoy, la elite mafiosa cubana participa en áreas claves de ese ecosistema criminal: a) tráfico de personas, b) trabajo esclavo c) protección de activos y lavado de dinero, d) prestación mercenaria de asesores de inteligencia y contrainteligencia, e) servir de santuario para la protección física de capos del narco terrorismo y sus negocios, f) prestación de sus redes de espionaje y expertos para servicios de infiltración, así como g) labores de influencia diplomática en instituciones internacionales y vehículos de propaganda global.

Los estados mafiosos no pueden reclamar para si la soberanía que al establecerse usurparon a estados legítimos. Sus actividades criminales referidas, por ejemplo, al narcotráfico pueden ser consideradas agresiones a estados legítimos del sistema internacional que pueden invocar el derecho a su autodefensa que les otorga el Articulo 51 de la Carta de la ONU.

Cuba auspició y facilitó la creación del Cartel de los Soles y ha sido su garante militar en Venezuela del mismo modo que ha protegido al régimen criminal de Ortega en Nicaragua. GAESA es parte de ese tejido criminal internacional y por ello sus activos y operaciones financieras, sean directas o indirectas por medio de empresas y bancos manejados por testaferros en EE. UU. y otros países occidentales, deben ser investigadas por el Departamento de Justicia y del Tesoro de EE. UU. Las actividades de GAESA deben ser investigadas no solo por ser probables violatorias de las sanciones del embargo sino, a la luz de la ley RICO (The Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act), como parte de un esquema de crimen organizado transnacional.

Un ejecutivo de cualquier nivel, antes de adoptar una decisión importante, debe evaluar los costos que esta podría implicar; del mismo modo, está obligado a considerar los costos derivados de no adoptarla. El despliegue militar de EE. UU. en el Caribe y frente a Venezuela no es una pantomima de marketing político. Es expresión material del compromiso de capturar a Maduro, lo que facilitaría el inicio de una transición bajo la dirección de los ganadores de las elecciones del 28 de julio de 2024: Edmundo González y María Corina Machado. Eso no supone la masiva invasión y ocupación de Venezuela, sino el uso eficiente de los recursos tecnológicos y humanos que ya ha movilizado. Otro desenlace inferior a esa expectativa mínima que ella misma erigió, tendría una repercusión negativa global y nacional sobre la credibilidad de la presente administración y tendría una repercusión también negativa en el electorado –en especial el muy decisivo de La Florida– durante los comicios del próximo año.

Una victoria en Venezuela sería internacionalmente equivalente a la caída del Muro de Berlín del hemisferio occidental. La del régimen cubano seria comparable a la de la URSS. También podría verse como una gran victoria doméstica en dos temas que movilizaron al electorado en 2024: el narcotráfico y la inmigración masiva e ilegal. En este caso al constituir una sensible derrota al narcotráfico que agrede a diario la nación estadounidense. A los migrantes venezolanos más que devolverlos a su país los EEU facilitarían que se les devuelva su país, en el que de ahí en adelante podrán reconstruir con ayuda internacional.

Los que se oponen a toda acción de “cambio de régimen” en la política exterior de Washington suelen confundir régimen con gobierno, echan en un mismo saco situaciones y países muy diferentes, obvian los casos en que se tuvo éxito en lograr un cambio y sobre todo omiten en su análisis el precio que han pagado EE. UU. y sus aliados por abstenerse de actuar en otros. También prefieren olvidar que la propia Revolución Americana de 1776 –indiscutible y radical cambio de régimen– recibió un apoyo externo amplio y decisivo de parte de los reyes de Francia y España tanto en finanzas, como en combatientes, barcos y otros recursos.

Los principios que distinguen a los cambios de régimen exitosos han sido entre otros los siguientes: a) apoyar el liderazgo de un movimiento, significativo y endógeno, que procure el cambio, no cediendo a la tentación de designarlo u orquestarlo desde el exterior, b) no caer en la tentación de negociar con el gobierno del régimen que se procura cambiar una modificación parcial del sistema vigente a cambio de prorrogarse al frente del país.

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